Por Isabel Guaricela
La Concordia, 7 de septiembre de 2020
En tus manos
Espero que te encuentres muy bien, ahora ya en el fondo de la chimenea en forma de corazón y junto a los tules de tu amada bailarina. Quiero que sepas que mientras recordaba tu vida, llena de aventuras, he reflexionado sobre los acontecimientos que han sucedido en estos días. En medio de esta pandemia que azota a todo el mundo y después de que algunas personas queridas han esquivado el mortal virus, el fin de semana pasado, el coronavirus se llevó a un querido amigo y médico entregado al servicio de la comunidad. Al igual que tú, él era un soldadito que luchaba por la equidad, cuidaba de la misma forma al grande y al pequeño; se contagió atendiendo a los pobladores de su pequeña ciudad que tanto amaba. Él también luchó por estar junto a su bailarina pero se fue antes que ella; yo sé que el dueño de su vida, nuestro hacedor, cumplirá su sueño, ya no aquí, en este mundo, sino allá en el tibio calor de esa eterna chimenea que nos espera.
Querido soldadito, mi amigo ya no está con nosotros para sanar las heridas del cuerpo y del alma, mas sé que después del camino que recorrió en esta vida encontró la paz que tú también hallaste.
Un abrazo querido soldadito y espero verte dentro de mucho tiempo.
Con cariño,
Isabel
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