Por Vanessa Padilla
Levántese con el pie derecho preferiblemente para que el mal carácter no le haga golpearse el dedo meñique del pie con la pata de la cama, estire bien los brazos hacia arriba y a los lados con un gran bostezo, abra la boca como si ese día fuera a comerse el mundo, diríjase despacio hacia la ventana, corra las cortinas de flores con firmeza y en un sólo gesto y abra la ventana, al aire fresco inhálelo profundamente, él le sostendrá el resto del día y con el aliento recobrado, mire el firmamento y sepa ahí que está vivo y que esas nubes que pasean en el cielo no volverán al mismo lugar y si vuelven, no serán las mismas.
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