CUANDO ABRO LOS OJOS
Por Marlene Arévalo
Cerrar los ojos es a veces una sensación muy agradable, se puede mirar colores muy luminosos que van cambiando de manera repentina, e imaginar cosas y lugares maravillosos, personas a las que amamos.
En un extremo de la mesa está una mujer sentada en una silla, quien permanece con los ojos cerrados por largo tiempo, al abrirlos espera que en la silla vacía que se encuentra frente a ella, esté una persona a quien quiera y admire. Sin embargo, al abrir sus ojos mira a quien le hizo mucho daño, llegando a agredirla físicamente cuando apenas tenía ocho años de edad, increíblemente se trata de su maestra de tercer grado, quien con sus acciones logró infundir miedo e inseguridad y un silencio obligado por temor a represalias.
Este maltrato que a pesar de los años transcurridos sigue en su memoria, hizo que naciera en ella su apego a la docencia, tratando siempre de ser una maestra capaz de comprender la dimensión y el daño irreparable que puede causar a un ser humano; una palabra mal dicha, un gesto, un insulto, peor aún, un golpe.
Cierra nuevamente los ojos y los colores luminosos se transforman en niños, jóvenes y adultos, disfrutando del encanto del conocimiento, piensa que es el mejor regalo que Dios le ha dado, porque disfrutó de esta profesión, la hizo feliz y le llenó todo su ser.
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