DECISIONES
Por Amparo Chiriboga
Me provoca salir, corriendo y caminar por la orilla de ese mar, inquietante. Mi cabeza es ese mar, en ella hay preguntas, dando vueltas todo el tiempo, esperando cruzarse con la respuesta correcta, pero no he logrado pescar ni una sola. Quizás la moneda, aquella que el abuelo me regaló, podría ayudarme. Dejo la gran tormenta de confusión en la cama y salto a buscar la moneda, abro uno y otro cajón y no la encuentro, empiezo a desesperarme, ahora tengo otro problema… la moneda del abuelo no está.
La noche va terminando, el reloj avanza, ¿qué hacer? Mis pies descalzos y fríos, me llevan al jardín, siento el frío en mi cuerpo y mi mirada va hacia una margarita. De repente, recuerdo que debo decidir ¿qué hacer?, antes del amanecer. Tomo la margarita y me siento, en medio del silencio. La margarita deja caer una leve gota de rocío, que se desliza por mi mano, lo tomo como una señal, acaricio sus pétalos y empiezo a deshojarla. SÍ, no, sí, no... de pronto un ruido ensordecedor … me despierto sobresaltada y con un movimiento torpe intento tomar el despertador, pero accidentalmente boto la brújula que había dejado sobre la mesita de noche.
La recojo y miro en ella señalar hacia el sur… Camino en esa dirección, abro la puerta que da al jardín y ahí está, la pequeña margarita… la deshojo o no.
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