LA LUNA
Por Marlene Arévalo
Luna tranquila y silenciosa, acaricia la tierra, reluce el cielo, nos maravilla con su belleza.
Ana se siente sola, tiene miedo, pero invita a la luna y resuelve su problema de soledad, le cuenta sus penas, llora con ella, mientras recorre la inmensidad del cielo, se ha convertido en su amiga y cómplice, además siente su presencia porque se refleja en el vidrio de la ventana, filtrándose hasta los rincones más íntimos de su habitación, como una agradable brisa que le brinda mucha paz. El miedo se aleja, se siente acompañada.
Cuántas historias podría contarles al mantenerme silenciosa en el firmamento, siempre dispuesta a escuchar y ser confidente.
Muchas son las historias que se tejen sobre mí, algunas me hacen sentir importante, por ser parte de la cotidianidad del hombre, ayudando a determinar fechas de siembra y cosecha, lluvias, mareas, etc. Sin embargo, también hay versiones que no las comparto. Que los lobos me aúllan, que mi presencia lleva cosas negativas, que soy un lugar donde muchos se suben y cuando menos lo piensan se caen.
El reflejo en la ventana parece no ser suficiente, probaré con reflejarme en los ojos de los seres humanos para convertirme en fuente mágica de inspiración, despertar energía, fuerza, potencial infinito.
Demostrar a todos que no se debe temer a los cambios, yo misma luego de nacer, crecer, llegar a la plenitud y desaparecer para volver a renacer, demuestro la flexibilidad de adaptación.
Mi presencia de una u otra manera me permite seguir acompañando a la humanidad.
Siempre que alces tu vista allí estaré.
Soy realismo, fantasía, claridad, imaginación o un lugar para ser conquistado por el hombre.
Sobre todas las cosas fuente mágica de inspiración.
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