miércoles, 7 de julio de 2021

Escritura creativa

La fragata de patas azules
Por Viviana Buitrón Cañadas

Libros, documentales, investigaciones y exploraciones científicas, las teorías más reconocidas y hasta los juegos olímpicos han puesto siempre en relevancia el tema de la competencia, la competencia como mecanismo para la adaptación y la sobrevivencia.
Esta historia se desarrolla en unas islas tropicales y exóticas, tanto por sus paisajes de otro mundo en constante formación como por sus habitantes naturales, en la época más abundante del año. En estos meses las corrientes arrastran toda variedad de peces y grandes mamíferos marinos. Como cada año, la vida vuelve a florecer y la pasión animal se evidencia en los bailes de las aves y el despliegue erótico de sus plumajes coloridos. Para tales faenas, los animales necesitaban pues mucho alimento.
En un grupo rocoso estaba una bandada de piqueros patas azules macho zapateando sus patitas brillantes para atraer a las hembras que muy escogedoras parecían revolotear. Así, entre bailes, despliegue de encantos y pesca abundante transcurría la jornada.
En medio de estas aves estaba una distinta, una fragata, que se había distraído de sus pares y del camino a la isla, a la cual debía volar. Era pequeña aún, estaba hambrienta y sola. No podía pescar. Sabía que su plumaje no estaba hecho para zambullirse en el mar y recoger algún pez loro que le gustaba tanto. Ante la necesidad y la imposibilidad de alimentarse, tuvo una idea. Recogió las ramitas de la vegetación arbustiva local y se hizo a la medida un disfraz de piquero. Para el azul de las patas, tomó pedacitos azules de las corazas de zayapas y los combinó con pequeñas conchitas y piedras de mar tornasol. Con esas piezas, formó mosaicos maravillosos sobre sus patas. La fragata logró un perfecto traje psicodélico de patas azules para engañar a los piqueros y comer de la pesca de aquellos sin que se dieran cuenta.
Escondido tras un fragante árbol de palo santo, vio llegar a un hermoso piquero con la pesca que desbordaba en el pico. La fragata distinguió en ella a su preferido pez loro y decidió acercarse al piquero con la confianza que le daba su camuflaje para no ser descubierto. El piquero saludó sin distinguir amenaza alguna y la fragata le quitó en un descuido todo el alimento que el piquero había ágilmente pescado minutos antes para dar de comer a su hembra que cuidaba los huevos en el nido.
La fragata en el escape hizo movimientos torpes y se le cayó el disfraz. El viento frío del sur se llevó las ramitas de sus alas y los mosaicos azules de las patas. El piquero se dio cuenta que había un intruso en la bandada. Sin perder el tiempo dio aviso a todos los demás piqueros. Los piqueros macho se organizaron para buscar al ladrón. Las hembras quedaron alertas en los nidos protegiendo huevos y crías.
Al cabo de unos minutos hallaron a la fragata comiendo lo robado, pero estaba asustada. Los piqueros aletearon y graznaron a la fragata, rodeándola. Le preguntaron en conjunto por qué había hecho lo que hizo, por qué había robado el trabajo del día de los piqueros y si eso era algo honrado.
La fragata descubierta y desnuda de vergüenza dijo que tenía hambre y que se había perdido de su grupo. Era muy joven y aún no sabía reconocer el camino a casa. Tampoco sabía pescar y si lo intentaba sabía que podía resultar peligroso porque las fragatas no estaban naturalmente hechas para la pesca directa.
Los piqueros eran justos y sabían de la necesidad en tiempos de escasez. Sabían lo que era tener hambre también. Así que se reunieron en asamblea urgente y acordaron acoger a la fragata. La condena no implicaba castigo alguno sino enseñanzas. Los piqueros dieron de su propia pesca a la fragata por tres días hasta que se pusiera fuerte de nuevo. Con esas acciones, la fragata aprendió sobre la solidaridad y el apoyo mutuo en tiempos difíciles con los otros. La pequeña fragata estaba agradecida, no solo por los peces loros que le brindaron sino por las lecciones recibidas. Luego de esos días de recuperación y ya más lúcida, la fragata distinguió el camino a casa y voló con sus propias plumas.
Llevó entonces la fragata el mensaje que cuestionaba esos libros, esos documentales, esas investigaciones y exploraciones científicas, esas teorías reconocidas y hasta los juegos olímpicos que siempre destacaban por sobre todo la competencia en la vida. La fragata, desde esa vez hasta el final de sus días, enseñaba que los mejores mecanismos para la adaptación y la sobrevivencia eran siempre la solidaridad y el apoyo mutuo hacia los otros, especialmente en los momentos más difíciles.
 

1 comentario:

  1. Espectacular!!! Felicitaciones excelente interesante lectura y finalmente tremendo mensaje!!. Felicitaciones a Vivi.

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Gracias

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