Procuro flotar
Por Santiago de la Torre - Cusni
Procuro flotar tanto como puedo, y cuando caigo trato de pisar sobre mis anteriores huellas. Amo mi espacio cuando cada mañana amanece limpio y seco, pero pasan las horas y el sol, amplificado, hace que mi cuerpo de hielo empiece a dejar huellas húmedas a mi paso. Me deslizo de un lado al otro pensando en escribir, me deslizo de allá a acá escribiendo en qué pensar. Mis ideas sólidas, duras y frías de la mañana van fluyendo hacia el mediodía, gozo al mirar lo escrito en cada pared hasta que el calor derrite y evapora cada palabra. En la tarde mi habitación y yo somos vapor, floto tratando de no topar las huellas imperceptibles de las letras en cada pared. Un día amanecí en otro estado, frío y duro pero mis ideas fluyen diferente, parecen de vapor. Lo aprovecho y empiezo a escribir de inmediato, en solo 3 minutos lleno una pared, pero al alejarme para leer me sorprendo al ver que he repetido 100 veces tres líneas que dicen: Soy uno y a ti me uno, me uno y en uno me convierto, uno más uno soy igual a uno. Lo leo y de pronto mi cuerpo se hace uno con la habitación; me asusto, pues me angustia la posibilidad de no poder leer lo escrito en las paredes, pero apenas lo pienso, leo. Fue como si sintiera cada letra en mi piel. Sentí las palabras como una mezcla de cosquilleo y calor, lo disfruté por unos minutos, pero al leerlas por tercera vez volví a estar dentro de mi habitación. Con sorpresa me di cuenta que las palabras ya no estaban en las paredes, pero aún podía sentirlas. Creo que descubrí por azar el conjuro perfecto. Por fin podré escribir, leer y recordar. Por fin podré crear, percibir y entender. Por fin podré abrazar, sentir y acompañar. Por fin podré flotar sin temor a olvidar.
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