miércoles, 2 de marzo de 2022

Escritura creativa

Titila

por Santiago de la Torre-Cusni
Fue el grito de gol más intenso que pude lanzar, todos gritaron conmigo y su emoción era tan grande que casi lo disfruté. Éste, como todos los domingos, llegué puntual y listo para el partido. Uno a uno fueron llegando, todos atrasados y ansiosos. Bastó que ruede el balón para que empiecen los gritos y poco después los insultos. Es su forma de desestresarse pensaba yo. Tienen que liberar sus tensiones y preocupaciones de la semana los justificaba rodeado de patadas y alaridos. Yo fingía disfrutar, al fin y al cabo, era una tradición. Al terminar el partido no faltaban las bielas y los cachos hasta el anochecer. Despliegue insano de testosterona en el que nunca faltaban bromas misóginas, homofóbicas y racistas. Ya es lunes, voy camino a la oficina y me repito: “Amo lo que hago, amo lo que hago, amo lo que hago”. Como un mantra que me tranquiliza lo repito. Acabo de colgar el teléfono y la orden recibida fue clara: “Dile que no joda, que trabaja sin anticipo o no trabaja nomás” Este círculo vicioso de injusticia capitalista ha provocado que poco a poco mi amor por el oficio vaya desapareciendo. “Amo lo que hago, amo lo que hago…” me repito y casi me creo. Este semáforo es más largo de lo normal, pienso… una fracción de segundo después escucho bocinas atrás. Giro y avanzo en dirección opuesta. Acabo de recordar un anuncio que vi en la mañana, ¿era una señal? me pregunto mientras sigo acelerando a fondo. No alcanzo a encontrar una respuesta y ya me encuentro estacionado ante el cartel rojo luminoso. Titila. Cada vez que se apaga dudo. Pero cada vez que se enciende lo único que resuena en mi cabeza es: “siempre lo quisiste” Lleno mi pecho de aire, me saco el reloj, los anillos y la chaqueta. Los oculto bajo el asiento y salgo. Al cerrar la puerta creo escuchar el timbre de mi teléfono dentro del auto, ya no importa.

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