EL TIEMPO
Por Mónica Garzón
La niñez es una época hermosa llena de inocencia, juego y alegrías, en la que compartimos con nuestras hermanas y hermanos las golosinas y gratos momentos de risas, bromas y recreaciones, son nuestros padres que muy preocupados cuidan de nosotros en salud, alimentación y bienestar. Pero pronto llega la adolescencia que va a ir formando nuestro carácter y personalidad con el compromiso y dedicación a nuestros estudios, esta es una etapa muy valiosa para mí porque en mi interior florecían ilusiones hermosas llenas de esperanzas que me impulsaban a conquistar al mundo entero.
La niñez es una época hermosa llena de inocencia, juego y alegrías, en la que compartimos con nuestras hermanas y hermanos las golosinas y gratos momentos de risas, bromas y recreaciones, son nuestros padres que muy preocupados cuidan de nosotros en salud, alimentación y bienestar. Pero pronto llega la adolescencia que va a ir formando nuestro carácter y personalidad con el compromiso y dedicación a nuestros estudios, esta es una etapa muy valiosa para mí porque en mi interior florecían ilusiones hermosas llenas de esperanzas que me impulsaban a conquistar al mundo entero.
Al terminar el colegio surgían responsabilidades más serias como las laborales, las que en mi caso las combiné con mis estudios superiores, estas actividades me dejaban sin tiempo hasta el fin de semana que al llegar éste lo recibía con beneplácito porque me permitía disfrutar de momentos de relax en una piscina, en un sauna o turco y a tener contacto con la naturaleza.
Luego al conformar la familia llegan los hijos, cada uno nos llena de emociones, felicidad y vienen con una palanqueta bajo el brazo, así se decía antes porque cada niño obtenía regalos de parte de amistades y familiares.
Con los hijos vienen otros compromisos de atención a los pequeños en salud, alimentación, desvelos, enseñanzas, alegría y guardería, pero este lindo tiempo corre y sin darnos cuenta ya están nuestros hijos obteniendo sus títulos profesionales.
Las reuniones familiares de reencuentros o cumpleaños con abuelos, tíos, primos y amistades ayudan a las familias a la socialización y a compartir bellos momentos.
También las vacaciones nos han permitido estar juntos en viajes a la playa u otros lugares como el viaje a México donde subimos a las pirámides, conocimos costumbres, historia y sitios de distracción.
La vida tiene matices que nos llevan a palpar situaciones inimaginables como la llegada de una pandemia que se llevaría a mi esposo, nuestro ser amado y más importante de nuestra familia que pondría de luto nuestros corazones, dejarnos recuerdos de sabiduría, amor y sentir tan fuerte la falta que nos hace.
Pero la vida misma nos ayuda a superar estos sentimientos de dolor con la alegría y cariño de nuestros hijos y nietos, en especial mi nietita pequeñita que tiene un año siete meses, ella nos da la terapia cariñosa de risas y travesuras.
El presente es el momento más importante, es el que estamos viviendo por eso hay que tomarlo con afán y esmero como si el mañana tal vez no fuera a llegar y aplicar el dicho “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.
Vivamos con sabiduría dando amor y ayuda a las personas con las que tratamos y necesitan de nosotros, nuestra fortaleza es la experiencia que traemos y debemos saber cuándo y cómo aplicarla.
Vive la vida, vive el presente y él ahora, la vida es bella, entonces hallemos una razón para reír, una ilusión para vivir y miles de motivos para ser feliz.
Es bueno e importante hacer planes sobre lo que haré en el futuro, pero aún no se ha terminado la pandemia y al tener que cuidarnos hemos restringido los planes de viaje, de estar en contacto con más personas y los planes que estamos haciendo son apenas para un par de meses.
Al estar jubilada procuro tener una buena calidad de vida, amar y ser amada, unir y fortalecer a mi familia y sobre todo cumplir los planes que Dios tiene para mí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias