jueves, 9 de abril de 2009

La música que se deja escribir

La piel es indiscutiblemente la parte sensible del desapego y la cercanía, pero cuando hay un compás marcando ritmos y no importa qué tanta armonía haya en las escalas, lo que incumbe es que suene, que cada frecuencia se desprenda y se divulgue en los rincones fatuos de fuego, de viento… que se irradie y estremezca como el feed-back que agita el sentimiento y lo vulnera.

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