Amanece
el cielo, hoy, más azul que púrpura, matizado con un insomnio intermitente,
lascivo, venido por la nostalgia de esa compañía distante que varios años me
hizo noctámbula para acompañar desde mi cuarto, de niña que bebe café, tu
trabajo, tu bajo y tu son de madrugada.
Sin
embargo, esa compañía insistente, añeja y por siempre sin sentido, amanece
conmigo hoy más púrpura que azul. Con los dedos del reloj apuntando el cuatro,
prefiero creer que así el día durará un poco más. A más tiempos, más matices,
más repeticiones, más nostalgias. Un loop
más abrigador que las cobijas.
3
horas más tarde sé que ella tiene su suerte en el pincel. (Un lujo que no puedo
imaginar para mí ni mis letras: palabras de vos, cantadas con tu voz). Mi
envidia es ahora más azul, más púrpura.
El
cuarto no es el mismo ahora, ni es tampoco es el mismo son, y aunque puedas
esquivarlo todo, es hermoso (como el cielo amanecido redundantemente púrpura y
redundantemente azul) sentir algunos versos tan casi míos.
Con
o sin pincel, con o sin color, con o sin presencia, es linda la suerte de quien
te escucha ser tan azul, tan púrpura.
Bendita siempre tu voz, tu letra "e", tu
inspiración... tu arquitectura.
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