II
El retorno tiene ritmo de correr a toda prisa…
Como con una figura corchea van oscilando los tacos mientras el tiempo
es su antagonista; a veces siento en el segundero las señas que corroboran la
hipótesis de su existencia (y de la mía); un argumento situacionista de ello es
que tampoco en esto hay marcha atrás, como al caer de un puente, como al besar
una boca.
No importa si es lineal o espiral, pero girando en ciclos o disparado
hacia el futuro, late el tiempo siempre con distinta cadencia, tanto así que
ahora mismo retumba y más tarde sincopado rehará la estructura inaudita del
vaivén diario, palpable en insistencias cotidianas que formulan la rutina del
vivir, cómo si una canción fuera igual a otra, o peor aún, como si una canción
fuera igual a sí misma.
Toda esta discrepancia me ubica en el acontecimiento penetrante de
descubrirme con los labios atados, pero poco a poco deberán desenlazarse para
dar cuenta de tantas dudas que estremecen mi cuerpo, pues mientras lo transitan
y recorren, hurgan en la sensibilidad de la piel el mismo desapego de las
melodías inciertas que al no saber improvisar, a veces suenan y otras callan,
sin dejar ni por un momento de incidir.
Perturbada tomo el micrófono entre las manos y éstas lo dejan caer, me
enredo en el cable pero con esfuerzo logro recuperar el equilibrio, la lengua
baila dentro de la boca saboreando los rasgos de herida, mientras dispone
concentración al atrapar el cuerpo caído aunque ahora tampoco el cable tiene
enlace, ni tampoco el escenario es el mismo.
El aire no vibra de energía, hoy el suceso es en la faz del espejo y
frente a él hago gestos con el rostro y todo el cuerpo, como entonando mis
mejores melodías, pero sin siquiera sonar.
Y con el recuerdo de la lágrima viva que bordeaba cuesta abajo el
rostro de Girondo, hasta hundirse y morir en su boca no cosida, formula mi voz
con la mirada fija en mis propios ojos:
-Cantar frente al espejo,
cantar sin tener voz,
cantar para nadie…
y seguir probando…
… probando-
Después de la crudeza viene un sonoro letargo.
El andar estridente del reloj perturba tanto o más que el goteo de una
llave mal cerrada: un ritmo lento, desesperante, ostentoso que se amplifica
cuando el silencio es más penetrante aún que el desaliento.
No hay atmósfera alguna que se libre del tono oscuro y melódico de una boca que no sabe cuándo callar, en esa
imprudencia hay entonaciones lentas, dominadas por el sonido de una
voz hueca que explora en las letras y la música, la soledad, el
extravío, la carencia y el deseo.
En un cerrar duradero de ojos empieza a
sonar hasta la sangre que corre por las venas y es posible sentir su ritmo
acompasado con la respiración que modula su paso según la agitación que el aire
provoque en el deleite de un recorrido.
Es aquí donde empieza un baile, con ritmos
internos, uno que marca el compás sin batuta y gobierna en adelante el paso
básico para bullir danzando con alguien o sola.
“…se baila mejor sin un
piso fijo.”
(Incertidumbres a cuatro
tiempos)
|
Concluido el proceso no hay señal de presencias que legitimen nada, no
las hay, sólo el eco de la canción y el terciopelo azul que ya no cubre ningún
cuerpo.
Aunque el escenario fuera en adelante aquel minúsculo espejo… hay que
sonar, sonar fuerte, con una voz delirante y bailar con exaltación porque el cuerpo
marca el ritmo de su propia musicalidad, es el cuerpo el que en una especie de
trastorno se rebasa, se extravía… arde.
Conlleva enigmas el nuevo paso y va creando la certidumbre eventual,
de que este insignificante escenario para cantar, rebasa las dimensiones del
espejo o del collage de madera
incierta poblada de astillas.
Ahora la humedad es mía.
Cantar es poseer la aguja caliente para penetrar otras membranas, los
labios se estremecen vociferando tonos, las lágrimas arden nuevamente con suma
mordacidad y la mano diestra forma movimientos acordes al sonido, pues no se
canta sólo con la boca.
Ya no es preciso huir, pues no debe zafarse la atadura que amarra la
voz al cuerpo para decir con palabras, porque ahora debe procurar modulaciones
precisas que transgredan el silencio, lo opaquen y lo absorban.
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