Elizabeth Yerovi.2020
Chiquito risueño, zambo pequeño.
Explora sus días sin cesar con alegría,
al ritmo y al son que dicta su gran corazón.
Avanza su camino pasito a pasón.
Ojitos redondos color capulí,
descubre el mundo, aprende a sentir.
Giras y saltas, corres y caminas.
Observas con asombro las gotas de lluvia caer,
preguntándote a dónde van y si volverán.
Sintiendo los sabores refrescantes, dulces y picantes.
Su cuerpito largo y delgadito , va creciendo de a poquito,
disfrutando al ropompom del tambor, la guitarra y el trombón.
De pronto en ese caminar de sus pies descalzos que sienten la tierra vibrar.
El cuerpo notó que en su andar no sólo la alegría lo invadió,
sino que algo rojo como un volcán , sus cachetes pintó, era "el enojo",
que molesto surgía y al cuerpo incómodo y tenso ponía.
Otro día descubrió al perder a alguien querido, que por dentro
se sentía como gotitas de lluvia, que de sus ojitos caían y su corazoncito estremecían.
Es la tristeza dijo una voz suave y tersa, envolviéndolo con sus brazos.
Déjala que salga, que te bañe y te limpie esa penita que en tu corazón palpita.
Intrigado por saber qué era esto que sentía, a veces de noche, a veces de día.
Siguió sus aventuras impulsado por el amor y su espíritu explorador.
Una noche al descansar, las sombras y los ruidos en su imaginación empezaron a actuar,
monstruos por aquí, fantasmas por allá , la noche traviesa lo hacía asustar.
De repente un rayito de luz entró por la ventana: era la luna, redonda, brillante y destellante.
No te asustes pequeño, te acompaño al descansar.
Ilumino yo tus sueños al igual que a mamá y papá.
Entonces con la luna conversó y lo que sentía le contó.
Tranquilo mi pequeño, esa alegría que ilumina tu interior
el enojo fuerte y revoltoso, la tristeza que gotea y el temor a lo oscuro,
son sólo un gran tesoro te lo digo…
Un tesoro de emociones, que todos llevamos dentro y que poco a poco empiezan a aflorar.
Al ritmo de las risas, los gruñidos, zapateos y lloviznas, van llenando de esperanza los caminos de la vida.
Que está llena de colores y sin sabores, pinceladas por aquí pinceladas por allá.
Así caminando va, como un lienzo en blanco esperando ser llenado de una explosión de colores. Como una esponjita lista para absorber el agua refrescante, se encuentra el pequeñito, con todos sus sentidos dispuestos para descubrir lo maravilloso de sentir, libre como la brisa, radiante como el sol.
Revoloteando de aquí para allá, como un fugaz colibrí.
Abriendo sus alitas dispuesto a descubrir.
Elizabeth Yerovi M.
Quito , julio de 2020.
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