martes, 22 de septiembre de 2020

Rituales

Con el croché, despacio, cubro de lana todo el aro de madera, y con un hilo que combine bonito voy enlazando el centro, no tengo ni la habilidad de la araña, ni la paciencia de Penélope, ni la perseverancia de mi abuela, pero voy creando un mandala que atrapará los malos sueños y dejará pasar sólo a aquellos que traigan alegría a mis noches, las plumas coloridas que las aves van dejando en los caminos que he de andar, las recojo con gratitud y las coloco con un hilito junto a las amatistas que protegen y guían. Los sueños me incitan a veces a que los cuente, otras veces, la prudencia de la que mayormente carezco, me dice mejor no, lo importante es que cuando una pesadilla logra vencer los obstáculos no es para asustarme, sino para prevenirme que hay un mensaje que debo interpretar, los sueños me han anunciado tantas cosas para mí y los demás, y me muestran mundos infinitos, seres luminosos, por eso les dedico mis mejores tejidos, las mejores plumas de mi camino, las piedritas más bellas. Y al amanecer enciendo una vela, cierro los ojos y pido a la divinidad que ese fuego ilumine el camino de las personas que amo, y siembro en honor a cada una de ellas una plantita de violeta y la cuido como si con mi cuidado pudiera abrazarlas y protegerlas, cuando florece una violeta es una manifestación amor, una señal de que para la persona de quien porta el nombre la plantita, la vida florece.

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