Por Vanessa Padilla
Querido diario:
La infame tortuga me desespera, está ahí con su calma... que tengo ganas de sacudirla para que se mueva. Lo ocurrido en la carrera me deja pensando, tal vez sí, fui egocéntrico, presumido, hasta altanero, pero querido diario, vos que sabes todo de mí, puedes imaginar que de un brinco hubiera ganado, lo que no saben los demás es que lo hice a propósito, porque ¿para qué quiero ganarle a una tortuga? Mi triunfo es ese, no necesitar ni el premio, ni el aplauso para saber que llego a la meta cuando es el momento, no antes ni después. Pero esto queda entre nosotros, en tus páginas y mi memoria, el mundo seguirá creyendo que soy un perdedor, pero perder el primer lugar permitiendo a alguien lograr lo que creía imposible, no es perder. Ya te contaré querido diario, nuevas cosas, hay alguien que me brinca en los sueños, ya quiero ir a dormir para encontrarla.
La liebre
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