EL JUEGO
Por Marlene Arévalo
A la hora de jugar no se necesitan cosas de mucho valor económico, si a un niño pequeño se le pone en una botella: piedritas, pepitas, semillas, o cualquier otra cosa que produzca sonido, resultará un juguete muy divertido, que además de distraerle, ayudará a desarrollar habilidades motoras, auditivas, etc.
Recuerdo con mucha claridad a dos hermanos que en su niñez su juguete favorito era un carrito de madera. Es decir eran dos jugadores, colocaban el carro en la calle (donde había una bajada) y el carro se deslizaba suavemente al inicio, hasta adquirir una gran velocidad, en algunos casos se accidentaban.
En realidad no se sabe si pusieron reglas para el juego, si es que las cumplieron, si hacían trampa, o sencillamente éstas no existieron.
Su único objetivo era divertirse ¡y sí que lo hacían!
Dentro de sus objetivos estaba ganar: ganar alegría, risas, felicidad, en otras palabras, disfrutar de las cosas simples y sencillas que nos ofrece la vida.
Interactuar entre dos hermanos y aprender a compartir, aprender a ser solidario, aprender a querer.
Los nombres de estos dos niños son David y Danilo.
¿Qué cómo se asemeja esto a la vida?
Esto es la vida, un juego en donde debemos saltar obstáculos, competir, trabajar en equipo, crear vínculos entre las personas, ganar y a veces también perder.
Pero siempre las reglas en la vida las ponemos nosotros, decidimos si somos felices o amargados, alegres o sufridores. Si en nuestra estadía en la tierra dejamos huella, o simplemente pasamos por este mundo sin que nadie se dé cuenta que estuvimos.
¡Por ello es importante darle sentido a nuestra vida!
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