VIOLETA, NARANJA Y VERDE
Por Marlene Arévalo
Ana vivía en el campo, rodeada de flores, especialmente violetas, cuyo color daba paz a su espíritu, el suave olor inundaba el espacio. El ambiente se teñía de violeta creando una magia indescriptible, con mezcla de misterio.
Violetas que muestran el encanto en el higo, la amatista, el arco iris.
El día de su cumpleaños Ana recibió de su abuela, unos zapatos de color naranja, los mismos que ella había soñado, le agradaban enormemente por su color luminoso, alegre, cálido. Eran del color de la mandarina y los bellos atardeceres, de los que podía disfrutar junto a su familia.
Además podía presumirlos con sus amigas, haciendo gala de tan bonito obsequio. Sin contar que con ellos podría recorrer el campo, caminar por el pasto, disfrutando del bosque, la enredadera, los limones, el trébol, todos ellos de color verde, verde esperanza, verde primavera, verde olivo, verde de la abundancia. El regalo no fueron los zapatos solamente, sino también el andar.
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