Por Danilo Borja
Milca: 65 años de edad, nacida en Atacames. Su padre fue pescador y su madre cocinaba en una cooperativa de ceviches en la playa. Milca perdió el meñique izquierdo durante una pelea de sus perros. Siempre fue muy talentosa apasionada por todo lo que tenga relación al mar. Dibuja olas que estremecen. Es mejor aún en el manejo de la lancha. A pesar de ser un oficio dominado por varones, ella es muy respetada entre sus pescadores. Milca ha utilizado sus habilidades tanto para pescar como para ayudar a la gente. Cuando tenía 22 años, Milca salvó una familia completa que se quedó a la deriva 25 kilómetros mar adentro. Nadie supo cómo Milca se enteró del infortunio y de la ubicación de la familia. Tampoco se atrevieron a preguntarle ya que ella siempre fue reservada y además madrugaba para pescar. En circunstancias similares, Milca ha rescatado y ayudado centenares de familias. Todo mundo pensaba que tenía poderes sobrenaturales.
Milca enfermó de una enfermedad que ha azota al planeta entero por más de un año. Todo el pueblo pesquero está preocupado. Han llegado personas de toda la costa del Pacífico a preguntar sobre ella. Le han llegado mensajes de aliento desde Alaska a la Patagonia. Milca ha hecho el esfuerzo por responder a todos. Su vida se extingue mientras las horas pasan. Respira con dificultad y siente dolor en todo el cuerpo. Sin embargo, sigue sonriendo abrazando a sus amados. Incluso le tejió un collar a su nieta Marta. Ella sabe que le quedan pocas horas de vida y ahora ella quiere compartir su secreto de cómo ha salvado y ayudado a tantas personas a lo largo de su vida. Levanta la voz con dificultad y pide 4 cosas: un café, un esfero azul punta fina, un papel y una botella transparente que permita ver lo que ésta lleve adentro.
Levanta el esfero y escribe, “Amor Incondicional”. Envuelve el papel en forma de cilindro, cierra la botella y se la entrega a su nieta Marta diciéndole, “Martita, vaya y lance esta botella con una sonrisa gigante a 2 kilómetros mar adentro. Quiero que vayas vestida de blanco y no llores por mí en ningún momento”. Diez minutos después, Milca cerró los ojos para siempre. Marta fue mar adentro y siguió las instrucciones de Milca al pie de la letra.
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