Por Tomás Bucheli
El azar se ha perdido en la web, escribe una cadena que sólo me ha llegado a mí, donde se preocupa por su decisión y por su falta de arbitrariedad y caos, el exceso de logaritmos moldea su identidad y su rostro parece cada vez más un gato, su voz fría y robótica empieza a afinarse dejando ecos atrás a cambio de cantos cuasi humanos.
La cadena la recibe al autor con el título 01100010 01101111 01110100 01100101 01101100 01101100 01100001, (botella) del emisor azar. Al receptor le llama la atención la ambigüedad del mensaje, no ha habido un mensaje virulento tan llamativo. Antes de abrir 01100010 01101111 01110100 01100101 01101100 01101100 01100001, el receptor investiga su significado pasando por muchas probabilidades todas relacionadas a la tecnología, a la estafa, a las estrategias humanas más inhumanas en la web. Se arriesga a leer el mensaje sin entender el título, es lo más arriesgado que ha hecho en meses: hacerle click a un enlace posiblemente agresivo a su sistema digital. ¿Qué le quiere decir el azar?
El azar comunica inquietud por su identidad, no sabe más quién es él o ella misma. Mientras leo su texto sin puntuación ni ritmo, parece adquirir gestos y formas de ser de un emigrante digital primerizo. Los algoritmos y diversidad de lenguajes en la web lo confunden porque no habla todos sino sólo binario. Estuvo mucho tiempo perdido en buscadores y tiene pesadillas todavía con la profundidad insondable del séptimo círculo profundo de la red.
Mensaje a la Papelera.
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