miércoles, 28 de abril de 2021

Escritura creativa

Divinidades y fronteras vía Zoom

Por Danilo Borja

En tiempos de pandemia, hasta las divinidades se reúnen por zoom para discutir las cuestiones de los mortales. Este martes 27 de febrero de 2021, dos de las más respetadas, reconocidas y renombradas divinidades se reúnen en la sala de reuniones personalmente creada por su majestad Dimitria. La reunión está transmitida por los análogos a Facebook y Youtube pero en el mundo de las divinidades. Ningún mortal la puede acceder. Las divinidades que hoy debaten son: 1) Safiro, quién representa la justicia, la salud, la pureza, la sabiduría, la verdad y la paz y 2) Mirnáficlus, que por su lado representa la fuente de toda la vida, diosa de la inteligencia de lo racional y la brujería. En pocas palabras, hoy debate el corazón con la razón. La cuestión que los ha traído a esta reunión es la decisión de continuar como un mundo dividido en varios países o simplemente borrar todas las líneas que trazan fronteras para crear una sola bandera. Siendo las 4:18 PM, Dimitria, quien modera, da por iniciada la sesión con un pequeño tropezón: olvidó encender el micrófono. Después de presentar las razones que los reunió, Dimitria da la palabra a Mirnáflicus, quien tiene que apagar la cámara porque su conexión no es tan buena. Su voz es potente y empieza haciendo unas preguntas muy intrigantes: ¿cómo viviremos en armonía en un mundo lleno de diferencias culturales y con cosmovisiones distintas? ¿No les parece que jamás la se alcanzaría la paz? Inmediatamente después de presentar estas preguntas, Mirnáflicus hace una pausa, como sugiriendo a la audiencia que reflexione sobre el tema. Segundos después continúa su exposición listando sus preocupaciones, que incluyen la repartición de recursos, las transacciones económicas, el nombre del planeta. En fin, cosas de la razón. Muchas de las divinidades muestran estar parcialmente de acuerdo con lo que Mirnáflicus acaba presentar, especialmente aquellas que visten de camuflaje y aman la guerra. Ahora es turno de Safiro, la divinidad del corazón. Safiro enciende su cámara y su micrófono. Su cara destella paz, amor y justicia. Su fondo de video está lleno de aves. Se nota en el rostro de la audiencia que la presencia de Safiro apaciguó el ambiente. Safiro es puntual y dice, “un mundo sin fronteras es un mundo de amor; cuando borremos las líneas que dividen los países del mundo nadie peleará con nadie porque todos serán iguales”. Las divinidades que representan la espiritualidad, la delicadeza, la feminidad y la fertilidad se conmueven hasta el llanto. El silencio ocupa la sala de zoom. Una vez expuestos estos simples pero potentes argumentos, Dimitria abre el telón para preguntas y respuestas. La discusión toma horas y ambas divinidades presentan argumentos sumamente válidos siempre desde la razón y el corazón. La discusión refleja las vicisitudes y laberintos que todo mortal enfrenta cuando va a tomar una decisión importante. Esas horas se terminan convirtiendo en días, con reuniones agendadas a las 4 de la tarde. Pasan los meses y no se logra nada. Todo se vuelve opaco e incierto para los mortales hasta que un día aparece un mortal en la sala. Su nombre es Juan, pescador de profesión, y don Juan en los días libres. Juan se conecta desde su teléfono recién cargado con megas. Al conectarse, todas las divinidades se asustan y apagan sus cámaras. Juan también se asusta diciendo, “jueputa, mi llave, ¿dónde me metí?”. Juan empieza a leer en el chat las conversaciones entre las divinidades y encuentra la pregunta: ¿Y ahora seguimos discutiendo la eliminación de las fronteras en el mundo o no? Inmediatamente Juan, como buen manaba, decide intervenir diciendo, “claro que debemos eliminar las fronteras, ¿no ven la luna rosa? ¿dónde están esas líneas pendejas que dividen a los países? ¿dónde?”. Toma un respiro y un sorbo de cerveza helada y continúa diciendo, “todas esas líneas fueron construidas por el ser humano y en realidad no representan otra cosa sino que división entre hermanos”. La sala de zoom se cierra violentamente después de esas palabras.

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