LA HERENCIA
Por Marlene Arévalo
Fallece la abuela, Mariana y Miguel, sus dos nietos no recibieron herencia, su abuela carecía de recursos.
Luego de este episodio transcurren quince años.
Los jóvenes eran aficionados a coleccionar objetos antiguos, no eran pocos los que poseían, cada pieza que adquirían evocaba una época que parecía tan lejana que permitía revivir la historia.
Tenían un gusto muy refinado para la selección de estos objetos, porcelanas, espejos, vajillas, candelabros, crucifijos, radios, planchas y relojes eran parte de su valiosa colección.
Cierto día acudieron a una tienda de antigüedades, en donde pudieron deleitarse con los objetos que allí existían, pianos, bargueños, figuras religiosas, eran parte del lugar. Atravesar el umbral de la tienda era como ingresar a una máquina del tiempo, porque los objetos evocaban gloriosos tiempos pasados.
Fue un baúl el que les llamó la atención, estaba forrado con un colorido papel de figuras diversas, desgastado por el paso del tiempo.
Luego de regatear por el precio llegaron a un acuerdo y lo compraron. En casa decidieron retirar la totalidad del papel con el que estaba forrado el baúl, tan adherido estaba que debieron utilizar estiletes y otros instrumentos para lograrlo.
Mientras lo hacían pudieron detectar unos bultos, al desprenderlos miraron que se trataba de piedras preciosas, las mismas que se hallaban por todo el baúl.
No salían de su asombro, cuando encontraron una carta, al leerla descubrieron que había sido escrita por su abuela, quien explicaba que esas piedras eran para sus dos nietos, es decir, para Mariana y Miguel.
Al abrir el baúl pudieron notar que no solamente recibieron cosas materiales, sino que, dentro de él, como si se tratara de efectos mágicos, estaban el orden y la puntualidad como parte del caudal hereditario de la abuela.
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