El Kraken
Por Marco Moreno
Nunca olvidaré mis días en el barco de vapor, sobre todo aquel día de la tormenta, primero el mar estaba bravo, los peces saltaban y nadaban en dirección opuesta como perseguidos por un tiburón o quizás algo aún peor como un leviatán de lo profundo.
Las nubes que pasaban mostraban que desde el sur se aproximaba la tormenta, el barco iba despacio aquel día, los maquinistas se habían tomado la noche y solo unos pocos de ellos estaban trabajando en la caldera. Recibí la orden del capitán de ir hacia los camarotes y despertar al resto de los maquinistas.
Corrí lo más rápido que pude y en el camino tropecé golpeándome la frente, la misma que comenzó a sangrar, a pesar del dolor tuve que seguir con mi encargo, entré en los camarotes, en donde la mayoría de los maquinistas apenas y comenzaba a abrir los ojos, aturdidos y mareados por el licor que habían consumido la noche anterior.
Grité que una tormenta se avecina y que deben volver a sus puestos de trabajo lo antes posible, di media vuelta y me dirigí de nuevo a la cubierta del barco, tenía el presentimiento de que algo iba a pasar, algo que debía presenciar.
La tormenta nos golpeó fuerte, el capitán gritaba a los maquinistas para que echaran más carbón en el horno, necesitábamos más velocidad si queríamos llegar a la playa de aquella isla antes de que la tormenta nos hundiera. Recibí la orden de subir al mástil y buscar la isla con mi telescopio, al hacerlo fue cuando lo vi, una criatura tan grande que solo al nadar causaba maremotos, el capitán gritó desesperado pero fue muy tarde, un tentáculo apareció y agarró la popa del barco impidiendo su movimiento, poco después la maquinaria que movía al barco había sido destruida.
El mástil comenzó a balancearse fuertemente, proyectándome hacia el mar, uno de los tripulantes vio lo ocurrido y disparó un gancho en mi dirección el cual pude agarrar para salvarme de caer a ese mar enfurecido, nunca antes había estado tan agradecido de vivir en una época en la cual existe la tecnología, La destrucción del barco continuó poco a poco y cada vez más rápido, la criatura devoraba a los marineros que lograba atrapar con sus tentáculos mientras que con los otros golpeaba fuertemente la cubierta del barco.
Uno de estos golpes, dio justo en el calefón provocando una enorme explosión y un incendio que comenzó a consumir el barco, en ese momento yo pensé que me gustaría tener la capacidad de volar para poder huir de esta desastrosa situación.
El viento comenzó a soplar más fuerte y lo que quedaba del mástil se desplomó cayendo al mar, las nubes eran negras y la lluvia caía cada vez más fuerte, la tormenta se había transformado en un huracán. No se podía ver al capitán por ninguna parte, regresé a ver y vi que el marinero que había sido mi salvador ahora se encontraba atrapado por uno de los tentáculos de la criatura. Maldije a los cielos por mi infortunio y la cobardía me ganó, me dirigí hacia donde sabía que se encontraban los botes salvavidas.
Corrí por los pasillos viendo a marineros heridos y otros luchando por respirar mientras el barco cada vez estaba más hundido, logré subirme en uno de los botes salvavidas y este cayó al mar, las corrientes eran demasiado fuertes y poco después uno de los escombros que salió volando del barco me golpeó en la cabeza, lo cual me hizo perder el conocimiento.
Cuando desperté la tormenta había acabado, tenía un fuerte dolor de cabeza, sin embargo, me encontraba bien, a la distancia vi una montaña y pensé que finalmente pisaría tierra firme, quizás se trataba de una isla o aún mejor un continente, remé en aquella dirección dejando atrás a mi tripulación y el barco en el que había trabajado durante tantos años.
Cuando llegué a la playa nunca había estado tan feliz de tocar arena, nunca me había gustado, es molesta y se pega en todo el cuerpo y la ropa, pero por esta vez me revolqué en ella logrando que se pegue en todo mi cuerpo, alcé la cabeza y vi que en donde quiera que me encontrase había muchas rocas y sequedad, pude observar un armadillo en la distancia.
El polvo en el aire me indicó que me encontraba en alguna especie de desierto, pero estaba vivo, quizás había sido el único superviviente de aquel desastre, el pensamiento comenzó a atormentarme, había dejado que la cobardía se apodere de mí y huí sin ayudar a ninguno de los marineros con los que compartí tantos años de mi vida. La duda sigue conmigo hasta este momento, quizás debí quedarme y morir junto con mis compañeros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias