Atrapasueños
Por Cantariega
En telaraña frágil y cadenciosa, se envuelve la abstracción de mis noches, lanas de colores tejen puntadas alegres para iluminar a la taciturna nostalgia de mi pijama, cuelga en el fondo la pluma olvidada por un ave en vuelo, su huella de libertad cosquillea mis desvaríos y aquellas piedras de clarividencia y protección con pequeños nudos no son solo belleza, con dos piedras se hace fuego, pero las llamas y las plumas... qué riesgo. Justamente en el sueño en el que me desvaneció el arrullo de una lágrima, me acurruqué en la melodía de las aves nocturnas y me convertí en una de ellas, asustada por la oscuridad de la noche, aleteaba con tanta fuerza que unas piedritas que se habían hábilmente acomodado en mi plumaje se rozaron y saltaron chispas, se encendió una llama que era más bien el fuego de mi alma, de ahí que la intensidad era volcánica, la violencia incendiaba todo alrededor, pero a la vez se iluminaba el entorno y el miedo desaparecía, pude volver a las redes de mi cuna, humeante aún, sabiendo finalmente que la oscuridad se vence con chispas, que los miedos se vuelven ceniza con un poco de luz, me acurruqué nuevamente en el tejido, la finura de las redes me abrigó delicada, y la pluma, huella de libertad, filtró en mi despertar reflejos del sueño de un bosque nocturno con ráfagas de otoño y ardores de verano, preferí acomodarme del otro lado a ver si vuelvía a soñar.
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