jueves, 10 de marzo de 2022

Escritura creativa

 HABLANDO SOLA

Por Marlene Arévalo 

Me encuentro en una vetusta casa, acompañada de una sensación de soledad y extrañeza, como si me acabara de despertar de un largo sueño, hay en la habitación un álbum de fotografías que me remontan al recuerdo de personas que aún amo, pero que ya no están, esto me permite confirmar que la vida no es sino un débil hilo con el que juega el destino, el de ella se cortó, no interesa la causa, lo importante es que pudimos despedirnos y aunque sea con miradas expresar nuestros sentimientos.

A esto sigue un dolor indescriptible que cala el alma, acompañado del miedo a lo que vendrá, a no estar en condiciones de soportar el mañana.

Decido mirar la expresión de mi rostro, de mi cuerpo, de mi ser, intento despojarme de la expresión de dolor, como se espanta a las aves que dañan la cosecha, qué difícil me resulta hacerlo, porque siento como si hubiera sido despojada de una mitad de mi ser.

Vuelvo a intentarlo y descubro que me resisto a aceptar la verdad de la muerte, es esa verdad la que me causa tanta tristeza.

Preocupada por sentir que de mí se apodera un bloqueo, opto por consolarme pensando: Mi madre está mejor en esa nueva dimensión que los humanos no alcanzamos a comprender. Algún día volveremos a estar juntas.

Decido guardar las fotos, alejarme del espejo y aceptar el consuelo que la fe me brinda y que ayuda a sobrellevar ese infinito dolor. Decido además aceptar ese abrazo cariñoso, la palabra consoladora de amigos y familiares y pensar que la muerte me presenta dos opciones, llorar porque se fue y derrumbarme o continuar con la vida. Opto por la segunda, hasta el mismo sol se va cada día para aparecer al día siguiente.

La planta de rosa blanca que dejaste en botón se abre al nuevo día, aunque su jardinera ya no esté.

Temía por la soledad, sin embargo, me doy cuenta de que ella sigue habitando, y la sensación de su presencia parece real. 

 

 

 

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