Dedicado a Yuliya Dorohova y a Sofía Elena
Pablo confió a Paloma una misión importante, ella que desde muy pequeñita tenía la voluntad de volar por el mundo, debía ir por aquí y por allá con una ramita de laurel en el pico para sembrar paz en cada rincón.
Paloma tenía un plumaje de un blanco tan luminoso que su resplandor alumbraba el cielo entero y como el verde del laurel resaltaba aun más su claridad, se confundía a veces con la luna misma. Lo que más la hacía brillar era la alegría de poder compartir un mensaje tan importante con todos: “La paz se alcanza con amor”.
Sabía Paloma que su misión era transcendente y la asumía con la misma seriedad con que los poetas le escriben al amor, los pintores le pintan a la vida, los músicos tocan el alma, los niños juegan y ríen, las flores brillan, las abejas hacen su miel y las estrellas cumplen deseos.
Cada ramita de laurel que Paloma plantaba en cada lugar de la Tierra se convertía en poco tiempo en un árbol robusto, que aromaba el entorno y que le daba sabor a la vida. Se tejían las raíces de este bosque inmenso, abrazando y sosteniendo a la humanidad.
Un día, seguramente uno muy frío y nublado, unas herramientas atroces empezaron a talar las arboledas, Paloma consternada veía cómo eran cortados brutalmente los troncos de laurel, que en su imposibilidad de defenderse decidían dar hasta su último aliento entereza y dignidad. De alguna manera extraña ellos no tenían miedo y para consolar a Paloma le decían: -Nos cortan el tallo, querida, pero jamás las raíces, ya vendrá el tiempo de renacer, nos transformamos para convertirnos en algo mejor. Tú, pequeña Paloma, sigue dando el mensaje:“La paz se alcanza con amor y de él la fuerza para resurgir”.
Paloma supo entonces que por cada árbol caído habría que sembrar 1000 esperanzas, y al reconocerse impotente frente a esta nueva gran misión, decidió acudir a otras aves, a las más coloridas que eran las más alegres, y se dio cuenta de que su plumaje con la angustia dejó de brillar y se convirtió en palidez. Sus nuevas amigas, coloridas como arcoíris, le devolvieron la fuerza y decidió Paloma también colorearse porque en la diversidad habita mejor la esperanza.
Ellas siembran sin parar, vuelan y cantan canciones de paz.
Vanessa Padilla-Cantariega
Marzo de 2022
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