Plumas
Por Santiago de la Torre-Cusni
Ante mí, esos brazos laaaargos y peludos de mi tío me la ofrecían de regalo.
Me pareció que nuestros temblores se sincronizaban
Yo temblaba de emoción y ella de miedo… ¿o será que ella también temblaba de emoción?
Mis brazos abiertos ansiaban y esperaban abrazar una bola suavecita como una almohada y con olor a marshmellow.
Mis ojos se abrieron enormes al recibir en lugar de eso una nube, calentita y sin peso.
La nube tembló y me miró con sus ojos pequeñitos.
Oigo la advertencia: agárrala duro! Pero es muy tarde. Ya saltó, cayó para arriba.
El
plumón, las almohadas, las sábanas, todas blancas, sirven como
escondite perfecto. Miro para arriba y no logro distinguir dónde empieza
una sábana y dónde termina otra.
Rayos intensos de la luz de las seis entran por la ventana y me deslumbran.
Cierro los ojos y me interno en ese laberinto blanco, la luz cada vez es más linda, cada vez es más suave y acaricia.
El peso de las plumas dificultan el avance y cada vez es más difícil respirar.
Mis dedos tocan a nube.
Ahora son nuestros últimos alientos los que se sincronizan.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Gracias