Por Marlene Arévallo
RECUERDOS DE LA INFANCIA
Encerrado entre cordilleras, se encuentra uno de los valles más importantes de la
provincia de Loja.
Malacatos del café, de la caña y la panela.
Malacatos de los cañaverales y del buen aguardiente.
De paisajes privilegiados.
Del clima subtropical.
Lugar para respirar, los perfumes de los huertos constantemente floridos.
Aquí se desarrolló mi infancia, la misma que compartí con una singular mascota,
Quizá muy poco común, juguetona y muy vivaz, se trataba de una ardilla.
Jamás supe su procedencia, ni siquiera tuvo nombre, solamente sé que fue una parte de
mi vida.
Su suave cuerpo invitaba a que yo la acariciara, antes de ir a la escuela como si de un
ritual se tratara.
Un día de intensa lluvia, al acercarme a su casa, pude ver que no se encontraba, pensé
que estaría durmiendo en el espaldar de una cama, como lo solía hacer repetidas
ocasiones.
Sin mayor preocupación me dirigí a la escuela, al retornar a la casa me encontré con la
noticia, que mi amada mascota, todavía no aparecía, a pesar de que la búsqueda se había
tornado intensa.
Lágrimas en mis ojos asomaron de inmediato.
Desapareció mi compañera, mi amiga, mi confidente.
Nunca jamás regresó.
Una tristeza infinita me acompañó largo tiempo, con el transcurso del tiempo ésta se fue
superando.
No volví a tener mascota.
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