miércoles, 31 de diciembre de 2008

El arte es la excusa

Esta garúa es lo que soy: el devaneo de una llovizna. Mi tormenta tiene de vos unas gotas que llueven sin nube.

Nunca sentí mi rincón tan distante, tan lejano aunque lo habito (si es que habitar es estar sin estar). Aprendí de tu arquitectura a desplegarme en espacio de equis, ye y zeta, aunque me importa poco entender dimensión alguna...

martes, 30 de diciembre de 2008

Te echo de menos

Anoche me di cuenta de que todos los sueños con los que me envuelvo al dormir tienen el olor de las sábanas y éstas huelen a cuerpo porque de ahí es de donde sacan el olor que huele a sueño impregnado en sábanas que cubren cuerpos...

lunes, 29 de diciembre de 2008

Cartografía de pies a cabeza

... El azúcar pretende endulzar un café que se rehusa a ser ultrajado, más allá del tiempo que el agua tarde en hervir o la boca en sorber la temperatura alta de las escenas de cercanía. Está tendida en la cama la misma cobija desgastada donde los conejos ninguna vez vomitados y los te quieros nunca dichos fueron acogidos con tristeza...

domingo, 28 de diciembre de 2008

Moscamuerta


... (Mi amor... usted nunca va a poder besar sus propios labios y ni siquiera puede saber de lo que se pierde. Le voy a regalar los míos).

Hay un olor recalentado inundando la esquina con una nausea de aceite; el sudor y otras humedades me tienen ambas manos sumergidas y arrugadas en las ganas de quedarme con algo que si se quedara conmigo no sabría qué hacer con él ni con lo que él haría si también yo me quedara...

sábado, 27 de diciembre de 2008

Gusano (fragmento)

... Tal vez sea la oscuridad lo que me tiene aquí atada, o algo inorgánico que sale de la tierra para amarrar mis extremidades, para que sepa lo atrapado y perdido que está mi cuerpo o para saber también lo difícil e inútil que será hallarlo. Es un metal cortante pero no húmedo, se humedece más tarde con la sangre o el sudor, me lastima cuando me aprieta las piernas...

viernes, 26 de diciembre de 2008

Quiero oler a café

 ... voy a tomar la décimo tercera taza de café, quiero tratar de que lo dulce que puede haber en mí se pierda en esta taza o en las demás que deberé tomar mientras me dure la noche, hasta que mi piel empiece a expedir el olor amargo del café sin azúcar para dejar de oler a niña, aunque no pueda dejar de serlo...

Despedida

El cielo de la añoranza me cubre, una dicotomía entre calidez en la piel y un frío que penetra hasta los huesos, se va pintando un lila suav...