miércoles, 28 de julio de 2010

Pacífico


Si existe algo capaz de atravesar las frecuencias desarmonizadas para darles el equilibrio ausente, ese eres tú mar, que tienes en el vaivén de tus olas el encanto embrujado de las sirenas, así me llevas al vuelo de ojos cerrados, sin cuerpo, sin piel, flotando... tengo palabras para ti que no pertenecen a ningún idioma, entonces en silencio te lo digo todo, y tú lo sientes, mientras Alfonsina juega en ti.

Como si fueras la estrella fugaz a la que le confío mis deseos, ya todos ellos están sumergidos en tu profundidad, cada uno de los sueños que llegarán a tiempo a su lugar; acompañados del sol volverán a surgir y mecerse en tu marea, y vos, azul, infinito... como la música, te adentras y permaneces.

miércoles, 21 de julio de 2010

EL TEXTO

Quiero oler a café. Foto-instalación. Vanessa Padilla

“Empieza, aquí, mi desesperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto
de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten;
¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca?”
Jorge Luis Borges


Las palabras que rehuyen y se arrinconan aún más en espacios recónditos cuando saben que deben estar listas en poco tiempo, son reservadas para un manuscrito que compone con rasgos de intratable temor las frases que musitarán un callar provocado de manera insegura, otra de las causas por las que cada noche son necesarios papel y lápiz en exceso para decir por escrito lo que no se puede decir por hablado; una excusa para buscar silencio y gritar a la vez. Dos tapones (uno a cada lado) filtran el ruido en la espera de la hora precisa en la que todos duermen: ausencia imprescindible para iniciar el primer rasgo.

Separadamente se puede abordar un apunte entrecortado como la voz nerviosa; la soledad y el silencio tan difíciles de hallar, llegan retraídos a pintar el papel con formas (como los caligramas de Apollinaire), con un solo color, preferiblemente negro.

“No tengo ambiciones ni deseos. Ser poeta no es una ambición mía.
Es mi manera de estar solo”. (Fernando Pessoa)

Los apuntes se intercalan jugando: sube un párrafo, baja el otro, la posición de cada parte es incierta y a veces discontinua, pero la aproximación a ese estado de desnudez en la que se evidencia la intimidad de cada instante se abandona y en silencio sólo suena el paso del lápiz sobre el vacío cuando las letras se vuelven parte del cuerpo o el cuerpo intenta volverse letras; sensaciones que recorren el espacio que antes estuvo en blanco y donde ahora ellas pueden bailar entre prosas y retóricas.

lunes, 12 de julio de 2010

ANOMIA

"Cartografía de pies a cabeza" Video-performance. Vanessa Padilla


“Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego”.
César Vallejo


La aflicción propia de una sociedad excluyente causa una pérdida referencial que obliga al individuo a atravesar un puente que pende de unos cuantos hilos, con la indecisión de volver o seguir cruzando y con la incertidumbre de no saber si aquellos hilos se arrancarán o lograrán sostener tantas dudas.

De las rupturas del orden y de la variabilidad incesante se apropia Cortázar y con su genio rebasa las limitaciones del lenguaje para manifestar con su obra la angustia profunda del desaliento latinoamericano, jugar a su Rayuela es entrar a un laberinto escrito donde no se podría afirmar si las letras son las paredes que obstruyen, los caminos que se abren, o el propio extravío que lleva el sujeto como parte de su ser.

Anomia es el desarraigo que acrecienta la angustia, sin estructuras, ni paradigmas, sin actos de fe, sin esperanza, la carencia de un referente, un umbral sin entrada ni salida, un indicio clausurado.

Se corre el peligro de falsos modelos que se apropian del lugar que un dios (antes existente por incidencia cultural) abandonara por falta de argumentos y credibilidad; se muere el dios y al morirse va matando la parte del ser que en él creía, la parte que sobrevive queda vacante, de ahí la amenaza de que el vacío sea llenado con cualquier deidad.

Incluso las figuras que en la niñez marcaban las pautas del querer-ser se achican de a poco, cada vez más, hasta que suena un ¡plop! y desaparecen.

El cordón umbilical que unía al individuo con el mundo no necesita ser cortado, se corta solo, a punte desencanto y en busca de una soledad que cicatrice el desgarramiento; el mundo se deshace y se reduce a simple burbuja: frágil, quebrantable, inconsistente; en este estado sería deseable que el ¡plop! no volviera a sonar, (mejor si empieza a soñar).

Si el cuadrante ya no marca el norte, ¿cómo saber hacia dónde se debe tomar el rumbo? ¿cómo saberlo si se ha perdido la pauta primordial? el eje se dibuja como el camino trazado que simplemente hay que recorrer para salvar de la angustia al sujeto extraviado, pero ¿quién sabe si este camino logre conducir hacia donde la esencia de la búsqueda quiera dirigirse?

EGOTISMO

"Cartografía de pies a cabeza" Video-performance. Vanessa Padilla

“Soy yo, soy él. Somos, pero soy yo, primeramente soy yo,
defenderé ser yo hasta que no pueda más”.
Julio Cortázar



El aislamiento que la soledad fomenta, favorece el desarrollo de la autoconciencia; el recuerdo del pasado y el recogimiento ayudan al ser a percatarse de cuáles son las actividades con las que sus potencialidades pueden desarrollarse y sobrepasar sus propios límites.

“La soledad es necesaria para desligarnos de los ritmos ocasionales. Poniéndonos frente a nosotros mismos. La soledad nos lleva a hablar con nosotros mismos, a vivir así una meditación ondulante que repercute por todas partes sus propias contradicciones y que intenta sin fin una síntesis dialéctica íntima.”(Gaston Bachelard)

Surgen mil confusiones en la exploración del yo, en el transcurso se puede degustar los sabores más dulces y más amargos (además de toda la variedad de matices que habrá entre ambos extremos).

Ítalo Gastaldi define al egotismo como el sentimiento exagerado de la propia personalidad, un deseo excesivo de hablar de sí mismo, un culto que se profesa a la individualidad y originalidad, como el deseo de liberar o actualizar todas aquellas energías que el individuo ha descubierto en su yo y que podrían producir una serie de conductas más o menos inadaptables.

Establecer su originalidad será parte de un deseo profundo del ser y para ello tendrá que arriesgarse a experimentar todo lo que le lleve a reconocer la individualidad que posee y que lo distingue de los demás.

Para Edgar Morin “Ser sujeto es ponerse en el centro de su propio mundo, ocupar el lugar del “yo”. Es evidente que cada uno de nosotros puede decir yo; todo el mundo puede decir yo, pero cada uno de nosotros no puede decir yo más que por sí mismo”.

El yo, aunque esté donde fue puesto la última vez, al pretender retomarlo ya se ha convertido en otro, con rasgos del que fue pero sin dejar de ser distinto; se puede pensar: -¡pero si ha pasado sólo 1 segundo! y es que no hay reglas ni límites en los procesos de mutabilidad a los que el ser está adherido, el cambio simplemente (o complejamente) se da; entonces, ¿cómo comprender un yo que siempre se está relevando a sí mismo?

ADVERTENCIA: El proceso es inacabable.

“Dejan al agente, aún con todas sus dudas en torno a la categoría del «yo», con una sensación de poder y libertad sin límites que no impone norma alguna, pronta a gozar del «libre juego» o a entregarse a la estética del yo” (Charles Taylor).

Los ojos que visualizan la interioridad pueden conocer el deleite de hallar un yo acorde con el que se quiere descubrir, es parte de un eco de miradas hacia uno mismo, un sonar repetitivo de imágenes subjetivas que redundan en un conflicto de si será cierto que tal coherencia existe, si no existiera se buscaría con mayor intensidad con la demanda de que la exploración jamás se cierre como una puerta pesada cuya apertura se guarda bajo llave, sino que se sigue abriendo hacia lo más íntimo para ser parte de ese mundo construido como tantos otros pero con rasgos sublimes que en soledad serán la marca fundamental de la particularidad del ser; ningún mundo como el otro, ningún mundo como él mismo, el mundo es la parte que el yo construye para ubicarse en un rincón poético donde logra ser para sí lo que su esencia le incita un instante antes del cambio que lo convertirá en otro yo: mutable sin medida, proyector de sus pasiones, habitante de su mundo.


viernes, 9 de julio de 2010

EL CUERPO

"Cartografía de pies a cabeza" Video-performance. Vanessa Padilla

“Cuando acabo de cortarme las uñas o lavarme la cabeza,
o simplemente ahora que, mientras escribo, oigo un gorgoteo en mi estómago,
me vuelve la sensación de que mi cuerpo se ha quedado atrás de mí
(no reincido en dualismos pero distingo entre yo y mis uñas)
y que el cuerpo empieza a andarnos mal, que nos falta o nos sobra (depende)”.
Julio Cortázar



Un organismo cuyo espesor puede ser mucho más sutil que un garabato; una figura de consistencia suave que rechaza el manoseo infractor de cualquier extraño, sea éste taxista, busero, transeúnte o familiar; una configuración de volumen y espesor que acusa de una niñez excedida sin posibilidad de defensa y aunque el desapego a la apariencia tenga una expresión impávida e imperativa, el rostro tiene un semblante de quietud.

El dolor de cabeza gimotea por la ineficacia y falta de astucia para tomar una decisión o resolver un conflicto, la envoltura expide en sus poros un sudor que lava las letras delatoras de las caricias cuando chocan con el límite que separa al yo del otro, estas emotivas delicias no se multiplican a menos que los miedos cobren flexibilidad y permitan el roce antes de que el tiempo o el espacio se achiquen e intimiden el despliegue de afectos desenfrenados.

Con la misma densidad de una figura sumisa, la membrana tiene en su recuerdo la pasividad del momento y la extrañeza arrinconada de lo que envuelve pero no logra contener.

El yo trae consigo una tez que limita lo intrínseco con lo que está fuera; el forro que posibilita el contacto con el otro constituye a la vez la frontera precisa que los separa; la piel es un lienzo en el que cada pelo del pincel puede enajenarse y competir disipadamente con los matices de aquella que aún pálida y monótona es tan cambiante que su gradación no tiene límites.

La piel, los poros, el sudor, la forma, la fragilidad, lo vulnerable, lo sensible y lo insensible, el olor, la textura, el contacto con otros seres u objetos, lo sensorial, el frío, el recorrido del agua, los sonidos, sus fragmentos, el cuidado, la caricia, el color, la sangre, los procesos, la construcción del cuerpo, todos estos elementos son el soporte ideal para la producción artística y podrían volverse tema y obsesión.

Ana Mendieta presenta en su obra al cuerpo de la mujer (su cuerpo) como un sujeto pasivo de violencia, erotismo y muerte, que además es herramienta y material para su producción artística, restando prioridad a la resolución estética y dándosela con impulso a los materiales y al proceso.

Habría que prescindir del cuerpo para negar que produce persistentemente deseos, que es el medio por el cual se consuma la voluntad, el instrumento, el obstáculo, el contenedor de lo subjetivo, la sensualidad, lo efímero, lo etéreo, lo frágil, lo dotado de ánima o lo desanimado, lo que puede o no tener vida, lo dominante, lo propenso a la seducción, la envoltura del yo, el yo mismo.

La pertenencia del propio cuerpo es algo de difícil certeza, los tabúes que enajenan mediante las vetas de la cultura no permiten saber si esta mano es mía o de alguien más, teniendo que usar la otra para topar a la anterior y así confirmar que se sujeta al antebrazo, por lo tanto deliberadamente es parte del yo (fragmentable sin medida).

Cuando no se logra sentir cada parte del cuerpo, el otro interviene en la percepción corporal, ¿pero quién es dueño del maquillaje que pretende disfrazar los defectos del semblante?, la postura aparece oculta y evidente a la vez, es el cuerpo con el otro cuerpo, es el cuerpo que con el tiempo no es el que fue, es el cuerpo por el cual recorren los minutos, es el cuerpo dispuesto a regalarse, complacerse, extasiarse.

jueves, 8 de julio de 2010

Invitación


Festival Internacional de Teatro Universitario de Casablanca
del 10 al 15 de julio de 2010
en el Centro Cultural Moulay Rachid
Casablanca-Marruecos

Despedida

El cielo de la añoranza me cubre, una dicotomía entre calidez en la piel y un frío que penetra hasta los huesos, se va pintando un lila suav...