jueves, 15 de octubre de 2020

Escritura creativa

Por Vanessa Padilla

Se fue agrandando sin que nos diéramos cuenta, acechaba los lugares remotos, se acercaba de a poco y de un día a otro lo vimos aumentar su fuerza, invadir los espacios de miedo, de angustia, de llanto. La primera fue la madre, nunca más despertó y él, cuya dulzura es infinita, sintió dolor, el más profundo, y yo lloraba lloraba al saber que alguien tan bueno sufre, luego fue ella, en coma tantos años, vulnerable, solitaria, nunca más pude volver a verla, a leerle historias de Dora Alonso, cepillar su cabello ni hacerle una trenza, el miserable se acercaba a ella y yo lloraba. Así, una tristeza tras otra, y a la vez la ventana transparente para observar quién verdaderamente está ahí, lucho en el encierro contra su fuerza con ondas de sonido de campana y luz de vela y humo de hierba santa. El miserable sigue latente, vuelve más fuerte, pero no sabe que también yo me fortalecí.

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