MI OVILLO SECRETO
Por Isabel Guaricela
Lo guardo de manera inconsciente y lo encuentro en lugares donde menos espero. Sí, arma ruido cuando lo veo, cuando lo toco, cuando lo huelo, pero luego cae en el olvido. Es un ovillo castaño, lacio, enrollado en sí mismo y protegido por una ordinaria envoltura de plástico rojo. Cada vez que estoy en contacto con él vienen a mi mente episodios de mi niñez, juegos con mis hermanos, travesuras que recuerdo con cariño, divago por unos momentos como si regresara a esa época y luego, con cierto temor, lo dejo en el lugar donde lo encontré. Pospongo, una vez más, sacarlo a la luz o terminar con él y sigue guardado en alguno de los cajones en medio de los retazos de tela y recuerdos de mi vida. En ocasiones, he pensado que si llegara a morir sin haber destruido antes este ovillo de cabello mío, y si alguien daría con él, lo echaría pues ninguno de mis allegados conoce que conservo esta pequeña parte de mí.
Lo extraño es que parece que cambiara de lugar como si estuviese dotado de vida, o acaso, ¿la sensación que percibo cuando lo toco es realidad? Siento unos ojos escrutadores sobre mí, me atemorizan y no me permiten tomar la decisión de qué hacer con él. Luego, olvido este hecho y sigo mi vida hasta la siguiente ocasión.
Pero hoy, en plena consciencia, me pregunto: ¿qué fuerza es aquella que me lleva a ocultar este hermoso ovillo de cabello mío?
Lo extraño es que parece que cambiara de lugar como si estuviese dotado de vida, o acaso, ¿la sensación que percibo cuando lo toco es realidad? Siento unos ojos escrutadores sobre mí, me atemorizan y no me permiten tomar la decisión de qué hacer con él. Luego, olvido este hecho y sigo mi vida hasta la siguiente ocasión.
Pero hoy, en plena consciencia, me pregunto: ¿qué fuerza es aquella que me lleva a ocultar este hermoso ovillo de cabello mío?
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