LA MALETA EXTRAVIADA
Por Marlene Arévalo
Cuando mis hijas eran pequeñas, viajábamos a Loja todas las vacaciones para visitar a mi familia, en cada viaje aprovechaba para llevar una que otra joya para repararla, en una ocasión no tuve tiempo de seleccionar aquellas que necesitaban arreglo, cogí la cajita de joyas (un recipiente de crema ponds) y la llevé a mi viaje.
Una vez terminadas las vacaciones, mi esposo acudió por nosotras, pues teníamos planeado viajar a la playa de regreso. Se nos ocurrió mandar la maleta por la Cooperativa Loja y viajaríamos a la playa solamente con mochilas, llevando lo indispensable.
Pregunté ¿qué hago con la cajita de joyas? Debes ponerlas en la maleta ¡no pasa nada! Con mucho recelo puse la cajita en la maleta y tras de ella una estampa de la Virgen del Cisne, diciéndole: “Cuida mi maleta Churonita”.
Luego del paseo regresamos a casa, acudimos a retirar la maleta y ésta no llegaba. Pensé que quizá no la enviaron el día que lo solicitamos, acudimos en reiteradas ocasiones y simplemente ¡se extravió!
Le reclamaba a mi padre (que por cierto falleció muchos años atrás) diciéndole: “Voy a cuidar a tu esposa (mi madre) por dos meses y tú no me cuidas la maleta”.
La verdad lloré mucho, a los tres meses me resigné, cogí la llave del candado de la maleta, que todavía la conservaba, la boté al basurero y me dije:
"Si la vida se pierde ¡qué importa una maleta!"
Transcurrieron cinco meses, hasta me había olvidado de este evento y recibo una llamada de la empresa de transporte, diciéndome que fuera a retirar la maleta, la verdad ni siquiera me alegré, pensé que estaría vacía.
Al llegar me indicaron que un señor la había dejado.
Revisé su contenido y asombrosamente ¡NO FALTABA NADA!
Entonces me dije: Es la Virgen del Cisne y es mi padre.
Si bien es cierto en los viajes que realizo también me acompañan las piedras de amatista como protección y una cinta morada atada a la maleta que evita que ésta se extravíe, sin embargo hasta puedo prescindir de estas cosas, pero jamás de la estampa de la Virgen del Cisne, porque mi fe me permite sentirme cuidada y protegida.
En la vida perdemos cosas mucho más valiosas que unas joyas o una maleta.
Perdemos a aquellos seres que fueron parte de nuestra vida por mucho tiempo.
Este episodio me ayudó a comprender que las cosas materiales en algún momento se pueden reemplazar, hasta se nos olvida que alguna vez existieron.
Pero a los seres amados no se los puede olvidar jamás, en mi caso se convirtieron en paradigmas de vida.
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